Interrogaba yo a la noche sobre los bucles de la vida.
—¿Quieres respuestas certeras? —me dijo— Revisa pues tu biografía. Y si el alma te duele, si el alma te acusa, reflexiona sin huir. Considérala, pero sin plañirla.
—Háblame, Noche; pero, mira, que tú por corazón tienes impasible luna, y el mío rojo late.
—Por densa que sea la red que entreteje cuanto suceda —contestó— por perecederos los convenios rubricados con la eternidad. Por mucho que la tiza que raya tu muro sangre tras un día cansado de lluvia o por instalada que te sientas en fosos de amargura; sabe, que de crisis profundas deviene progreso, cediendo así el tiempo paso a nuevas y más livianas entregas.
Calmados quedan los temporales por la inercia de la vida, y con empeño de aprendiz, delineamos senderos de trazados suaves e infinitos —resolvió la noche como en diván de psiquiatra.
28/04/2011
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