Revista Letraheridos:
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Mònica Miró i Vinaixa es licenciada en Filología Latina y en Filología Francesa, Máster en Historia de les Religiones, profesora, traductora, escritora, poeta y divulgadora del mundo clásico. En esta ocasión, la autora nos deleita con Al dellà de l’enlloc (Editorial Trípode, 2021 ), su última publicación y tercer libro de poesía, en el que percibimos la armonía y sabiduría de la escritora necesarias para avanzar sobre nuestros pasos, efímeros, que se desmoronan a cada poco.
Apenas hacía unos meses que había leído Perennia (edición bilingüe, disponible en catalán y en castellano, por Godall Edicions), una compilación de poesía epigráfica, traducida del latín, en la que se establece un diálogo entre los difuntos y sus seres queridos. A través de sus páginas pude viajar a la antigua Roma, pasear por la piedra cálida e iluminadora respecto al sentir de los antiguos romanos, y llegar a una reflexión sobre el pasado, denostado en tiempos actuales, infravalorado por el continuo elogio al presente.
«Las piedras tienen voz. Las piedras, sobre todo las que se convierten en soporte de un texto, hablan, transmiten y, a menudo, cuando nos llegan de muy lejos, constituyen uno de los documentos más fiables para saber de los individuos, los usos y las costumbres de tiempos antiguos, remotos y, sin embargo, en lo esencial, semejantes al nuestro».
Entre sus páginas, pude escuchar la voz de un esclavo, muerto a la edad de cinco años, la de un médico, la de una mujer, esposa de un poeta, o la de un joven auriga, entre otras, y me cautivó la paz de espíritu derivada de una poesía que contiene la ilusión de conversar con el más allá.
Consuelo y demanda
—El tiempo se apresuró. Tuvo que ocurrir. No llores, madre,
—La madre ruega que os la llevéis lo antes posible a vuestro lado.
En Al dellà de l’enlloc, encontramos la lucha contra el paso del tiempo y el olvido escrita en la propia carne, en nuestros cuerpos, y sus páginas destilan añoranza, pero invitan a hacer del pasado un escenario más de la vida presente, además de recordarnos que también somos quienes fuimos o que, a menudo, es preciso detenerse, no hacer nada, creando de este modo un espacio fecundo en el que se fraguan las ideas y los pensamientos imprescindibles para hallar inspiración o para escuchar al propio cuerpo, soporte sobre el que se erigen algunos de sus versos.
Conèixer el cos
només per quan es queixa
és fer-ho a mitges.
Millor fora escoltar-lo
quan parla en el silenci.
Pregar per ell,
si no diu res, si calla
ple de salut.
Cada batec, un bes,
tot respir, un somnure.
Donar les gràcies
sempre, mentre no ens deixi.
Malmès i tot
és nostre i fa servei.
Erigir-li un poema
En la segunda parte del libro, El lloc on l’ull descansa, encontramos un ojo que ha visto lo suficiente, sabedor de que las apariencias y los recovecos de su mundo son engañosos y, aunque percibimos desaliento en algunos de sus versos, se palpa, de igual modo, la esperanza procedente de aquellos a quienes amamos y de los que la autora hace un refugio.
No hi ha terra promesa
però hi ha el cant i la flor
i el vestit sempre nou
de les velles metàfores.
Amb un sol pensament
es mouen tots els cels,
i dansen les palmeres
sobre els mars plens de fulles.
Des de l’analogia,
sorgeixen narratives
que inventen mons segurs,
d’aquells que fan sentit
per ètica i estètica.
Llavors la llibertat,
el ver i la justicia
no cal que siguin més
que el rostre de qui estimes,
tan bell i lleig alhora
com els pecats antics
El paso del tiempo transita la obra, así como la exhortación de no reposar el ojo en lo superfluo y en no demorarnos en sus lugares, si no en lo bello. Melancolía y recuerdo de aquellos que ya no están, como puede ser una maternidad recién estrenada o la misma infancia y sus olores. Esta tercera parte, Aorist imperfet, me ha gustado especialmente.
Em revé avui l’Olor del petroli
que impregnava la terra del pati
a quarts de quatre, quan tots dormien
i el silenci ocupava la casa.
Balxàvem els graons d’amagat
per amassar l’argila pudent
i fer-ne croissants i ensaïmades
que després assecàvem al sol.
Mitges llunes, espirals de sucre
i de flor de farina no haurien
desbancat els nostres pastissets
de fang amb pixum de gats i restes
de gasoil d’un vell tractor John Deere.
Què no daría jo per aquelles
mans brutes, pel cor destemençat?
Un libro para leer y releer escrito en un lenguaje culto y labrado con palabras y términos pertenecientes a la tierra, a dónde irá ese cuerpo que somos, el terreno propio, como dice la autora, y al que insta a cultivar. Sin duda, una escritora a la que volveré.
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