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A los lenguajes del habla, característicos por su sonoridad, al no verbal, con sus señales y mensajes rotundos que dejan claro el significado subyacente, al lenguaje de signos, con sus movimientos gestuales, y a cualquier forma de lenguaje visual, se une Abecedé (Ediciones Letraheridas), una forma de comunicación propia y de contar historias, un mecanismo para, a través del humor más inesperado, hablar sobre aquellos temas cotidianos que nos interpelan.
Juan Pablo Fuentes se plantea el reto de escribir relatos, a partir de las letras del abecedario, veintisiete más uno, que tratan sobre temas comunes, como el lenguaje que empleamos para expresarnos, y que muestran cada uno de los signos alfabéticos en su desnudez.
Erotismo, humor, búsqueda de la identidad, amistad, despertar sexual, no necesariamente a la edad esperada, de hecho, una de las particularidades del libro es la combinación de contrarios, de elementos insospechados que entran en acción de forma imprevisible.
A lo largo de las páginas, cada una de las letras va intensificando su presencia en el cuento que le corresponde, el escritor las dota de nuevas formas y significados. Así, la luna puede convertirse en una C o bien puede funcionar como símbolo de una familia que sufre, debido a los estragos de la enfermedad. De igual modo, es posible sentir el dolor de la desaparición en el anonimato de la H, de lo que se omite en la obra y que a la vez se intuye.
No sólo el erotismo y el humor están presentes, también la crítica a los tiempos actuales, a los avances tecnológicos, a Internet y a las redes sociales, a la burocracia, gatillo que dispara el recuerdo del famoso escritor, oculto en su inicial, además de los clásicos, la mitología, el amor a los libros y a la escritura se encuentran estrechamente unidos a Abecedé como lo están al autor.
Sin duda, uno de los protagonistas es el tiempo, el que se fue, el que avanza por el segundero, tempus fugit, el que modifica nuestro cuerpo y la situación vital en la que nos encontramos. Habla sobre la vejez, sobre tiempo de consumación, desde luego, pero, a menudo, el tiempo que pudo haber sido y que no llegó a materializarse sangra como una herida viva en la voz del narrador y en algunos de los personajes.
Signos con mirada metaliteraria, alusiones al oficio de narrar y tintes autobiográficos. Logroño, topónimo que recuerda y acompaña con cariñoso chascarrillo, quién sabe si acaso entre sus letras o en la propia fonética se encuentra la raíz de estos cuentos.
Quienes tenemos la suerte de ver actuar a Juan Pablo Fuentes como cuentacuentos, en las salas de Barcelona, quienes le hemos leído, a través de la pantalla en sus actuaciones de escritura en vivo, quienes pudimos leer su primer libro de relatos, Palomitas, conocíamos su faceta de excelente narrador. Con Abecedé una tiene la impresión de estar escuchando esa voz que no es otra que la voz del rapsoda, presente desde tiempos homéricos, y que une como un todo el conjunto de los relatos que componen el libro.

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